martes, 20 de marzo de 2012

Eutonía: una disciplina corporal alternativa para combatir el estrés

Se trata de lograr el equilibrio de las tensiones que coexisten en el cuerpo de acuerdo con las necesidades de cada momento. Es un proceso educativo. Fue introducida en América Latina en la década de 70 por su creadora, la alemana Gerda Alexander.Por Mariana Nisebe

Se tiene la certeza, por evidencias clínicas y casuísticas, que el estrés no sólo puede manifestarse bajo la forma de ansiedad (la más típica) sino que además puede provocar trastornos en cuatro áreas: psicológica, neurológica, inmunológica y endocrinológica. Así se demuestra que el estrés genera más afecciones de lo que se creía. En los hospitales y otros centros de asistencia pública de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad Autónoma, casi el 50% de las consultas realizadas el último año se relacionaron con cuadros de ansiedad o depresión de intensidad variable, según datos de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés, la Fundación de Ciencias Cognitivas Aplicadas y las guardias hospitalarias, brindados por la Escuela Argentina de Eutonía.

Ante esta situación, además del abordaje médico; la eutonía parecería ser una respuesta. Se trata de una disciplina creada por Gerda Alexander en la Europa de entre guerras, que invita a observar la estrecha relación que existe entre las actitudes posturales, los estados emocionales y la manera de interactuar con el entorno, para reconocer los patrones de comportamiento y modificarlos, como forma de alcanzar un estado de buena salud y armonía. “El término eutonía, proviene del griego Eu: bueno, óptimo y Tonos: tensión, fue creado para expresar la idea de una "tonicidad armoniosamente equilibrada en adaptación constante al estado o actividad del momento", explica la Asociación Argentina y Latinoamericana de Eutonía.

Gerda Alexander nació en 1908 en Wuppertal (Alemania) y siempre sintió una particular atracción hacia la danza. De joven contrajo fiebre reumática y endocarditis, sufriendo varias crisis. Esto la obligó precozmente a crear formas de movimiento que no compliquen sus afecciones. En 1940, a causa de la segunda guerra mundial, fijó su residencia en Dinamarca y fundó en Copenhague la Escuela de Eutonía, desde donde desarrolló sus investigaciones. Esta disciplina fue introducida en América Latina en la década de 70, cuando su creadora estuvo en dos ocasiones en Buenos Aires dando conferencias y seminarios. Falleció en 1994.

Como explica el doctor Alejando Odessky, médico con formación en Ortopedia y Traumatología y director de la Escuela Argentina de Eutonía, “el tono neuromuscular tiene la función de preparar al cuerpo para la acción. Ante las situaciones que se vivencian como amenazas, la respuesta habitual suele ser la contractura, un mecanismo defensivo de tensión crónica que al quedar instalado en el tiempo como actitud puede generar trastornos en la irrigación sanguínea, trastornos metabólicos locales y tendencia a sufrir procesos articulares degenerativos osteoarticulares. Pero también se manifiesta a nivel neurovegetativo pudiendo interferir en cualquiera de los sistemas (respiratorio, cardíaco, digestivo, etc) y desde lo anímico como la tendencia a la depresión o a la ansiedad”.

La propuesta de la eutonía para el estrés, destacó a Clarín.com el doctor Odessky, “no es un tratamiento considerado desde el punto de vista biomédico sino un proceso educativo en el cuál la persona aprende sobre la fluctuación del tono en el sistema nervioso y sus manifestaciones musculares, vegetativas y psicológicas. El objetivo, afirma, es “recobrar una funcionalidad limitada que le permita tener capacidades de adaptación a la situación y el momento”.

Como ejemplo está la experiencia de Nancy: “me ayudó muchísimo a mejorar distintos aspectos de mi cuerpo lo que trajo un cambio a mi estado psicofísico. Pude reconocer mis tensiones, localizarlas; tratar de poner en las tareas diarias el tono que requieren, ahorrando con esto mucha energía y evitando esfuerzo innecesario”. Por el camino de la eutonía “compruebo que uno, inconscientemente, es generador de tensiones que nada bien hacen, pero por medio de ese camino uno tiene herramientas para lograr, cada día, sentirse más pleno, más seguro de uno mismo", relata Vilma, otra alumna de esta disciplina.

El desarrollo de este conocimiento, explicó el doctor Odessky, “se hace a través de principios que son la toma de conciencia de la piel, los huesos, el espacio interno, el campo de irradiación, movimientos activos, movimientos pasivos, micromovimientos, microdeslizamientos, en los diferentes niveles (acostado, sentado, de pie, en movimiento). Esto se realiza con la ayuda en ocasiones de elementos como cañas de bambú, pelotas de tenis, almohadillas, bolsas de castañas, etc”. Son todas actividades sensoriomotrices, no se utiliza la repetición mecánica de las actividades si no que se trabaja con variables.

“Nadie está exento de atravesar por situaciones de estrés; el tema es cómo afrontarlas para evitar que éstas condicionen el desarrollo vital” explica la Escuela Argentina de Eutonía. En palabras de Berta Vishnivetz, discípula directa de Gerda Alexander e introductora de la disciplina en la Argentina: “El aumento gradual y continuo de la conciencia corporal, resultado del trabajo de eutonía, lleva a la persona a rever sus actos, la intencionalidad y la manera de pensarlos. Esta revisión tan elemental y personal abre la posibilidad de encontrar un camino para conocerse más y llegar a ser uno mismo”.

”Dependiendo de la necesidad personal y el estado psico-físico de la persona se pueden tomar clases grupales de habitualmente una hora y media desde una vez por semana o sesiones individuales de una intensidad adaptada al estado de la persona hasta entrar en las clases grupales”, explicó el director de la Escuela Argentina de Eutonía. La formación de Eutonista es una carrera terciaria con título oficial reconocido por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La misma tiene 3 años de duración.

“La eutonía propone una búsqueda adaptada al mundo occidental para ayudar al hombre de nuestro tiempo a alcanzar una conciencia más profunda de su realidad corporal y espiritual como verdadera unidad. Lo invita a profundizar este descubrimiento de sí mismo sin retirarse del mundo, sino ampliando su conciencia cotidiana y permitiéndole liberar sus fuerzas creadoras con un mejor ajuste a todas las situaciones de la vida y un enriquecimiento permanente de su personalidad y de su realidad social”, resumía con gran habilidad su creadora, Gerda Alexander.

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