En el mundo, uno de cada 150 niños tiene un trastorno del espectro autista, una cifra más alta que la combinación de diabetes, cáncer y SIDA pediátricos. Clarín.com habló con especialistas sobre los nuevos abordajes para tratar la enfermedad.
Por MN.
Por MN.
Se estima que en el mundo uno de cada 150 niños tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA), dentro de los cuales se incluyen el autismo, el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Una cifra más alta que la combinación de diabetes, cáncer y SIDA pediátricos. De cualquier raza, sexo y condición socioeconómica, es cuatro veces más frecuente en niños que en niñas. En la Argentina no existen cifras oficiales sobre autismo, "sólo tenemos de otros lugares del mundo y las extrapolamos. Una estimación actual conservadora sería de 13 en 10.000 (1,3 en 1000)", explicó a Clarín.com la doctora Alexia Rattazzi, jefa de Psiquiatría Infantil del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
Un informe reciente emitido por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos sugiere que el autismo y los trastornos conexos son más comunes de lo que se pensaba, aunque no está claro si se debe al registro de una tasa creciente o a un aumento de la capacidad para diagnosticarlo. El autismo (a veces llamado "autismo clásico") se "caracteriza por la presencia de graves alteraciones en la comunicación y en la imaginación, en las relaciones interpersonales y en la conducta; con frecuencia aparece asociado a retraso mental y a otros trastornos del desarrollo", explica la Asociación Marplatense de Padres de Autistas ". Hace 50 años los investigadores creían que el autismo estaba causado por madres frías y padres débiles y ausentes. Hoy los científicos centran la atención en los genes. En el caso de los gemelos idénticos, si uno padece autismo, hay un 90% de probabilidades de que el segundo también lo padezca.
El diagnóstico continúa siendo completamente clínico, porque en la actualidad no existe ningún examen biológico que pueda validarlo, indica la Asociación Marplatense de Padres de Autistas. No existe cura para el autismo. Las terapias están diseñadas para remediar síntomas específicos y pueden otorgar una mejoría sustantiva. Por lo general, los niños autistas poseen una baja sensibilidad al dolor o la temperatura pero son especialmente sensibles a ciertos sonidos, a ciertas texturas, a ciertos olores, u otros estímulos sensoriales, además de que presentan mayor riesgo de padecer de ciertas enfermedades co-existentes.
En relación a la inteligencia, destacaron en una reciente charla abierta Rattazzi y la Jefa del Departamento de Lenguaje y Comunicación de INECO, Florencia Salvarezza, "la mitad de los niños con autismo tienen asociado retraso mental y los que tienen coeficiente intelectual normales o altos suelen describirse como autistas de alto funcionamiento".
Nuevos abordajes
"La detección precoz es fundamental, si se empieza a trabajar entre los 2 y los 4 años, se tiene mejor pronóstico que si se tratara luego. Es muy importante hacer una evaluación multidisciplinaria para reunir la mayor cantidad de información posible y hacer buenos diagnósticos diferenciales: neurología, psicología, psiquiatría, neurolingüística, psicopedagogía, perfil sensorial, genética, etc.
Lo ideal sería que en la consulta pediátrica se pudiera hacer un screening para detectar cuáles chicos tienen riesgo de presentar un trastorno autista o un trastorno generalizado del desarrollo no especificado", explicó Rattazzi a Clarín.com. En general, aclaró la especialista, "lo multidisciplinario debe diseñarse en función del perfil de fortalezas y debilidades del niño/a y asociarse a tratamientos disciplinarios específicos como, por ejemplo, el neurolinguístico, el psicológico, la terapia ocupacional (integración sensorial), etc. Los logros se basan en la mejoría de los dominios que estos chicos tienen generalmente afectados como el lenguaje, la comunicación, la interacción social, la conducta repetitiva y la hiper o hiporreactividad sensorial".
Los enfoques nuevos, sostuvo Rattazzi, son DIR e Integración Sensorial. El DIR, agregó, "es un enfoque basado en el Desarrollo Individual Relacional, y se trata de interactuar con el niño según la etapa de desarrollo en que se encuentre, estimulando todas las áreas haciendo especial hincapié en el desarrollo socioemocional. Se trabaja con una técnica que se llama floortime, que incluye interacción y juego entre el terapeuta y el niño". Especialistas y padres trabajan juntos para que la terapia en el consultorio continúe en el hogar a través del juego, así la estimulación que recibe el pequeño paciente es permanente. Rattazi y Salvarezza hablan también de tratamientos que incluyen "musicoterapia, yoga, equinoterapia, zooterapia e hidroterapia".
Mientras que el Instituto de salud Carlos III de España explica que no existen tratamientos farmacológico específicos del autismo. Sin embargo, dicen, "se cuenta con medicamentos que pueden ser útiles para mejorar ciertos síntomas o trastornos concurrentes y facilitar, por tanto, la participación en las terapias psicosociales y mejorar su calidad de vida". También resaltan la importancia de administrar los medicamentos de manera cuidadosa, controlando con rigor sus efectos positivos y negativos. Algunos autores, a su vez, mencionan la terapia nutritiva (suplementos vitamínicos y dieta libre de gluten y caseína).
Por último, la orientación familiar para los padres y hermanos, con frecuencia ayuda a enfrentar los particulares desafíos de vivir con un niño autista. "Te amo, Javiercito. Estoy seguro que en un futuro cercano, encontraremos el punto medio de nuestros dos mundos y aprenderemos cada quien a vivir lo mejor de cada uno", escribió Francisco Javier Garza Fernández en su "Manual para padres de niños autistas".
Signos de alarma
A menudo, son los padres los primeros en advertir síntomas de autismo en sus hijos. Cuando a un bebé no le gusta que lo abracen o no mira a los ojos cuando lo miran a él, o cuando no responde a las expresiones de cariño, a las caricias o a las sonrisas, debería ser un motivo de alarma para los padres. Además, algunos niños efectúan movimientos repetitivos como mecerse o retorcerse, o tienen conductas como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde y suelen establecer un juego solitario.
Para prestar atención: • Que el bebé no sonría ni exprese alegría a los 6 meses. • Que no realice intercambio de sonidos, sonrisas o gestos faciales a los 9 meses. • Que el bebé no responda a su nombre a los 10 meses.• Que el niño no balbucee a los 12 meses. • Que el niño no interactúe con gestos como señalar, alcanzar, mostrar o saludar con la mano a los 12 meses. • Que el niño no diga palabra alguna a los 16 meses. • Que el niño no diga ninguna frase de 2 palabras con sentido (sin imitar o repetir) a los 24 meses. • Que haya una pérdida de lenguaje, del balbuceo o de alguna habilidad social a cualquier edad.
Un informe reciente emitido por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos sugiere que el autismo y los trastornos conexos son más comunes de lo que se pensaba, aunque no está claro si se debe al registro de una tasa creciente o a un aumento de la capacidad para diagnosticarlo. El autismo (a veces llamado "autismo clásico") se "caracteriza por la presencia de graves alteraciones en la comunicación y en la imaginación, en las relaciones interpersonales y en la conducta; con frecuencia aparece asociado a retraso mental y a otros trastornos del desarrollo", explica la Asociación Marplatense de Padres de Autistas ". Hace 50 años los investigadores creían que el autismo estaba causado por madres frías y padres débiles y ausentes. Hoy los científicos centran la atención en los genes. En el caso de los gemelos idénticos, si uno padece autismo, hay un 90% de probabilidades de que el segundo también lo padezca.
El diagnóstico continúa siendo completamente clínico, porque en la actualidad no existe ningún examen biológico que pueda validarlo, indica la Asociación Marplatense de Padres de Autistas. No existe cura para el autismo. Las terapias están diseñadas para remediar síntomas específicos y pueden otorgar una mejoría sustantiva. Por lo general, los niños autistas poseen una baja sensibilidad al dolor o la temperatura pero son especialmente sensibles a ciertos sonidos, a ciertas texturas, a ciertos olores, u otros estímulos sensoriales, además de que presentan mayor riesgo de padecer de ciertas enfermedades co-existentes.
En relación a la inteligencia, destacaron en una reciente charla abierta Rattazzi y la Jefa del Departamento de Lenguaje y Comunicación de INECO, Florencia Salvarezza, "la mitad de los niños con autismo tienen asociado retraso mental y los que tienen coeficiente intelectual normales o altos suelen describirse como autistas de alto funcionamiento".
Nuevos abordajes
"La detección precoz es fundamental, si se empieza a trabajar entre los 2 y los 4 años, se tiene mejor pronóstico que si se tratara luego. Es muy importante hacer una evaluación multidisciplinaria para reunir la mayor cantidad de información posible y hacer buenos diagnósticos diferenciales: neurología, psicología, psiquiatría, neurolingüística, psicopedagogía, perfil sensorial, genética, etc.
Lo ideal sería que en la consulta pediátrica se pudiera hacer un screening para detectar cuáles chicos tienen riesgo de presentar un trastorno autista o un trastorno generalizado del desarrollo no especificado", explicó Rattazzi a Clarín.com. En general, aclaró la especialista, "lo multidisciplinario debe diseñarse en función del perfil de fortalezas y debilidades del niño/a y asociarse a tratamientos disciplinarios específicos como, por ejemplo, el neurolinguístico, el psicológico, la terapia ocupacional (integración sensorial), etc. Los logros se basan en la mejoría de los dominios que estos chicos tienen generalmente afectados como el lenguaje, la comunicación, la interacción social, la conducta repetitiva y la hiper o hiporreactividad sensorial".
Los enfoques nuevos, sostuvo Rattazzi, son DIR e Integración Sensorial. El DIR, agregó, "es un enfoque basado en el Desarrollo Individual Relacional, y se trata de interactuar con el niño según la etapa de desarrollo en que se encuentre, estimulando todas las áreas haciendo especial hincapié en el desarrollo socioemocional. Se trabaja con una técnica que se llama floortime, que incluye interacción y juego entre el terapeuta y el niño". Especialistas y padres trabajan juntos para que la terapia en el consultorio continúe en el hogar a través del juego, así la estimulación que recibe el pequeño paciente es permanente. Rattazi y Salvarezza hablan también de tratamientos que incluyen "musicoterapia, yoga, equinoterapia, zooterapia e hidroterapia".
Mientras que el Instituto de salud Carlos III de España explica que no existen tratamientos farmacológico específicos del autismo. Sin embargo, dicen, "se cuenta con medicamentos que pueden ser útiles para mejorar ciertos síntomas o trastornos concurrentes y facilitar, por tanto, la participación en las terapias psicosociales y mejorar su calidad de vida". También resaltan la importancia de administrar los medicamentos de manera cuidadosa, controlando con rigor sus efectos positivos y negativos. Algunos autores, a su vez, mencionan la terapia nutritiva (suplementos vitamínicos y dieta libre de gluten y caseína).
Por último, la orientación familiar para los padres y hermanos, con frecuencia ayuda a enfrentar los particulares desafíos de vivir con un niño autista. "Te amo, Javiercito. Estoy seguro que en un futuro cercano, encontraremos el punto medio de nuestros dos mundos y aprenderemos cada quien a vivir lo mejor de cada uno", escribió Francisco Javier Garza Fernández en su "Manual para padres de niños autistas".
Signos de alarma
A menudo, son los padres los primeros en advertir síntomas de autismo en sus hijos. Cuando a un bebé no le gusta que lo abracen o no mira a los ojos cuando lo miran a él, o cuando no responde a las expresiones de cariño, a las caricias o a las sonrisas, debería ser un motivo de alarma para los padres. Además, algunos niños efectúan movimientos repetitivos como mecerse o retorcerse, o tienen conductas como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde y suelen establecer un juego solitario.
Para prestar atención: • Que el bebé no sonría ni exprese alegría a los 6 meses. • Que no realice intercambio de sonidos, sonrisas o gestos faciales a los 9 meses. • Que el bebé no responda a su nombre a los 10 meses.• Que el niño no balbucee a los 12 meses. • Que el niño no interactúe con gestos como señalar, alcanzar, mostrar o saludar con la mano a los 12 meses. • Que el niño no diga palabra alguna a los 16 meses. • Que el niño no diga ninguna frase de 2 palabras con sentido (sin imitar o repetir) a los 24 meses. • Que haya una pérdida de lenguaje, del balbuceo o de alguna habilidad social a cualquier edad.
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