martes, 25 de noviembre de 2008

Por qué no nos olvidamos de cómo andar en bicicleta

Un estudio publicado en la revista Nature revela los circuitos cerebrales que logran que nunca olvidemos cómo hacer ciertas cosas.

Olvidar un poema, un nombre o una fecha no sería raro, pero no recordar cómo andar en bicicleta es casi imposible. Esta fue la teoría, finalmente comprobada, de un trabajo científico realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Neurobiología (Martinsried, Alemania) y del University College de Londres (Reino Unido).

El Dr. José Antonio Bueri, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Austral, explica que existen dos tipos de memoria, “una de corto plazo y otra de largo plazo”. Lo que vemos, oímos, sentimos con el tacto y olemos va, en general, a la memoria de corto plazo, donde se almacena no más de 20 segundos. Ahora bien, el neurólogo resalta que aquello que registramos por interés, necesidad o motivos emocionales va a la memoria de largo plazo.

Ciertos procesos, como conducir o aprender a tocar un instrumento, tejen una estructura de conexiones entre las neuronas cerebrales, gracias a la cual la información se conserva. Hasta hace un tiempo, se creía que la falta de práctica o de uso provocaba la pérdida de estas conexiones y, en consecuencia, el olvido, pero los autores del estudio demostraron que esto no es así.

Investigaron los circuitos cerebrales de un grupo de ratones cuando les tapaba un ojo y cuando recuperaban la visión. Observaron que cuando se les cubría un ojo, los ratones establecían muchas y nuevas conexiones entre las neuronas de la corteza visual para adaptarse a la situación. Al recuperar la visión, las neuronas retomaban su función anterior, pero las conexiones que se habían establecido entre ellas se mantenían intactas con el tiempo, a pesar de que ya no existía el bloqueo de la vista. El cerebro almacenó el proceso “por si acaso” y, cuando semanas después el equipo de investigadores repitió el experimento, la readaptación de los ratones a un nuevo bloqueo de la visión fue más rápida.

Reaprender es más fácil que aprender

Para entender cómo funciona el almacenamiento de datos en el cerebro, el Dr. José A. Bueri distingue entre la memoria declarativa y la procedural: ambas son parte de la de largo plazo, pero activan diferentes áreas cerebrales. “La memoria declarativa se subdivide en la semántica –encargada de guardar nombres, cualidades, letras de canciones, números, lugares, poesías, idiomas–, y la episódica, que conserva hechos, historias”, expone el neurólogo.

Por su parte, la memoria procedural recuerda conocimientos como tocar instrumentos o manejar. “Se almacena en los genes. El cerebro corre ´programas´ cuando es necesario y las neuronas dan la orden al sistema motor”, afirma el Dr. Bueri. Las conexiones que se formaron cuando la persona aprendió dichos procesos se conservarán siempre: “A menos que haya una enfermedad, no hay manera de olvidarse cómo andar en bici”, asegura el especialista.

Por esto, reaprender en estos casos es más fácil que aprender, porque ya se tiene una “base”. “Alguien que a los 8 años dejó de andar en bicicleta y quiere retomarlo a los 50 va a demorar unos minutos, pero va a lograrlo. Es igual que nadar, ´te queda´”, expresa el médico.
Advierte, igualmente, que, en el caso de los instrumentos sobre todo, es necesario practicar: “Cuanto más se ejercita, más conexiones se desarrollarán entre las neuronas”.

“Lo que no usás, se atrofia. Van desapareciendo conexiones –sintetiza el Dr. Bueri–. No desaparecen del todo y por eso no olvidamos, pero para evitar el deterioro hay que ejercitarse continuamente”.

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