viernes, 26 de noviembre de 2010

La esperanza que late

Desarrollo con historia, el corazón artificial es una alternativa para quienes aguardan un trasplante. En el mundo, se utiliza como terapia definitiva. El más novedoso es el que no palpita.

Por Mariana Nisebe

En 2004, a Domy (como le dicen), en ese entonces de 2 años, le diagnosticaron una miocardiopatía restrictiva -la más rara y difícil de las cardiopatías-. Y necesitaba un trasplante. Mientras esperaba el órgano, su presión pulmonar se disparó y se quedó sin margen de espera . Así se decidió hacer uso de un corazón artificial durante 240 días, para mejorar su condición física y sobre todo controlar la presión. Ese puente hacia el trasplante se transformó en el primer milagro. El órgano llegó después de 264 días en emergencia nacional, el 16 de mayo de este año.




Historias como estas se repiten. Y el corazón artificial adquiere mayor importancia. Las dificultades para obtener un corazón ideal para el trasplante son muchas. Entre otras, el órgano debe continuar activo, a pesar de que el donante ya no lo esté, y el receptor debe ser compatible. Con ese panorama, los trabajos para diseñar un corazón artificial son tan viejos como los primeros intentos de trasplante. El primer corazón artificial total que se implantó en un ser humano; fue el desarrollado por el cardiocirujano argentino Domingo Liotta. La histórica jornada fue el 4 de abril de 1969, junto a su colega Denton Cooley en Houston, Estados Unidos. El paciente vivió por 72 horas con el "Liotta-Cooley".



La función del corazón artificial, explicó a Clarín.com Alejandro Bertolotti, Subjefe de Trasplantes Intratorácicos de la Fundación Favaloro, es suplantar total o parcialmente la actividad del corazón enfermo. O sea que reemplaza la tarea de impulsar y hacer circular la sangre por todo el organismo (circulación sistémica) y/o por los pulmones (circulación pulmonar). De acuerdo a Daniel Navia, Director del Departamento de Cirugía Cardíaca y Jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), existen dos tipos: "Los más usados y con más experiencia son aquellos que trabajan con reemplazo parcial del corazón, conectando la cavidad cardíaca izquierda con la circulación general ( "dispositivos de asistencia ventricular" o VAD, en inglés )". Navia explicó que hay varias marcas, aunque las más usadas son Novacor y Heartmate. Estos sistemas dan flujo circulatorio pulsátil, es decir pulsado con los latidos cardíacos, igual al flujo normal del ser humano. También hay que mencionar el Berlin Heart, que utilizó Dominique, del que existen 6 tamaños diferentes por lo que puede ser usado en niños desde los 4 kilos aproximadamente; y otros dispositivos (ver clasificaciones).



El otro tipo, destacó el doctor Navia a Clarín.com , "es el corazón artificial total (TAH por sus siglas en inglés), que reemplaza la mayor parte de las cavidades cardíacas por cavidades plásticas y cuya función es suplantar totalmente la actividad de eyectar sangre al sistema circulatorio". El primer modelo fue el Jarvik 7 , que fue suspendido debido a los altos costos y los resultados poco alentadores, sobre todo, por las complicaciones de tipo infecciosas, fenómenos tromboembólicos y la necesidad de consolas de gran tamaño. En 1993 este sistema reapareció bajo el nombre de CardioWest .



Por último, la compañía Abiomed desarrolló recientemente el modelo AbioCor , el primero 100% implantable , ya que utiliza un transmisor de energía transcutáneo, por lo tanto no hay conexiones externas y esto debería contribuir a disminuir las tasas de infección. Actualmente se han implantado 14 de estos aparatos y sus pruebas están por ahora autorizadas para ser utilizados como terapia definitiva en pacientes con contraindicación para trasplante.



Todos, excepto el AbioCor, deben conectarse a una unidad controladora y alimentadora externa. Como explica el doctor Bertolotti, éste es unos de los puntos débiles de estos dispositivos, ya que los orificios de entrada o salida de cables y/o cánulas son una puerta para las infecciones . El corazón artificial se utiliza " en situaciones de insuficiencia cardíaca terminal o muy avanzada en pacientes con pronóstico muy grave como paso previo a un trasplante cardíaco ", indicó el doctor Navia. También como puente para la recuperación de la función ventricular y hasta como terapia definitiva, buscando prolongar la sobrevida y mejorar la calidad de vida de pacientes que, en general, no son candidatos al trasplante, por su edad avanzada. Esta última es una de las indicaciones que podría expandirse en el futuro hacia un mayor espectro de pacientes.



"El tipo de corazón artificial usado está muy relacionado a la disponibilidad de cada centro médico. Son sistemas muy costosos –ninguno se fabrica en el país–", señala Navia. Sin embargo, Bertolotti destaca los esfuerzos en este sentido: "En la Fundación Favaloro se llegó a desarrollar un prototipo de corazón artificial de flujo axial , que se pudo implantar con éxito en animales a corto plazo".



Acá, comenta Bertolotti, "se utilizan dispositivos paracorpóreos, pulsátiles o centrífugas, uni o biventriculares, de corto y mediano plazo, como puente a la recuperación o al trasplante, tanto para adultos como para niños". Pero n unca se implantó un dispositivo de asistencia ventricular o corazón artificial total como terapia definitiva. "Me atrevería a decir que el problema es la falta de recursos (los fabricantes de estos corazones no ven a Latinoamérica como un mercado muy rentable)", afirma el especialista.



Según Navia, las ventajas de estos dispositivos radican en que pueden rescatar pacientes de la muerte segura y darles la oportunidad de que reciban un trasplante cardíaco. Como también recuperarse de su enfermedad o sobrevivir cuando el trasplante no es viable. Las desventajas , agregó el especialista, van desde su costo hasta las posibilidades de tener una infección severa, problemas de coagulación de la sangre o neurológicos por embolias.

Lo último en el tema, dice, está relacionado con el diseño de sistemas artificiales de apoyo de las cavidades izquierdas pero de un tamaño muy pequeño, con las mismas capacidades de eyectar sangre que los sistemas anteriores y mucho más fácil de colocar en pacientes pequeños, con menos cables y tubos -lo que disminuye el riesgo de infección- y que han demostrado una muy buena durabilidad. Y destaca que la versión Heartmate II o " el corazón artificial que no late " es el más novedoso y pequeño y se ha estado utilizando con éxito en varios pacientes hasta dos años de soporte sin grandes problemas.



"Hay mucho entusiasmo en poder ofrecer estos sistemas a la gran mayoría de los pacientes con insuficiencia cardíaca terminal, que son millones en todo el mundo y que por un tema de falta de donantes no tienen otro pronóstico que de alta mortalidad en el tiempo sólo con tratamiento médico", concluye Navia. Por su parte, Bertolotti destaca que en el futuro "lo ideal sería un corazón que pudiera autorregularse a las necesidades fisiológicas de cada momento del paciente (reposo/ejercicio), con superficies biológicas que eviten la necesidad de anticoagulación, que pueda autorrepararse y defenderse de las infecciones, y que tenga una fuente energética inagotable o renovable". Con un criterio futurista, "parte de la solución debería venir de la mano de la Ingeniería de Tejidos", cerró el especialista.


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